lunes, 21 de febrero de 2011

Spinning de Invierno.

La cosa anda floja. Estamos inmersos en una locura de factores meteorológicos que cuando no obligan a guarecerse del viento y mares, trastocan los planes con variantes imprevistas. Vientos del sur-este combinados con el clásico alisio del nor-este, mares duras del norte que de repente viran en dirección oeste... y entre todo esto, bajones y subidas en las intensidades, que tan sólo procuran algún hueco para acercarse al mar y tratar de echar un rato. Poca cosa.
Eso sí, como siempre alguna ventanita se abre.


Visita express

En estos días nos hemos acercado al líquido marino, con mucho viento y ganas de probar Bucktails que unos amigos y compañeros de Tenerife nos han dejado por aquí. Al amigo David, Alberto, Dani y Aarón, gracias señores.
Resulta que estos buenos pescadores se vinieron a pasar unos días a la octava, con la idea de disfrutar de unos días de pateo y lances en un entorno tan conocido como maravilloso. Las condiciones del tiempo no fueron buenas, pero aún así los 4 disfrutaron de buenas jornadas en las que varias capturas subieron a darles los saludos de rigor. Unos maestros de la artesanía, y mejores personas. Fue corto el tiempo que pasé con ellos, pero de verdad que lo disfruté. A todos ellos, los espero de nuevo por aquí. Será un placer disfrutar de su compañía y buenas maneras.
Un abrazo a los 4.


De piedra en piedra

Han habido muchos días sueltos, jornadas de pateo y observación intensivas de los pesqueros, ya que la cosa no estaba para confiarse en excesos.
Los últimos momentos que he pasado lanzando por los veriles los he pasado junto al compañero Moisés, persona grande y fuerte que necesita caña dura, carrete pesado y señuelos que carguen esos brazos. Con menos parece que lleva una piruleta. Le cuesta (por gustos) trabajar señuelos delicados, lanzar con cañas ligeras, recoger con una manivela pequeña... pero pesca. Fuera pijerias y delicadezas las justas. Tan bruto a veces meneando un Tamentai o un Raider, como delicado en las formas y maneras. Un Crack.
Le gustan los paseantes y le atrae la pesca en superficie en general, pero no tiene paciencia y acaba siempre volviendo a sus señuelos fetiches, hierro. Hierro que lanza al quinto pino y que le funciona a las mil maravillas. Practicamos dos formas diferentes de spinning, y aprendemos el uno del otro.
Tan bien le va con sus hierros ( es todo un loco inventor) que uno de estos días en los que he coincidido con él al llegar a la zona sobre las 7,30 de la mañana, el señorito ya tenia su captura asegurada en seco.


Lo curioso fue ver como mientras yo aún no había echo ni tres lances, el ya tenía de nuevo su vara doblada con otro sierra. Mientras lo trabaja, me acerco a su lado y en unos cuantos lances otro pequeño pero luchador atuncito estaba doblando mi caña. Los ponemos en seco y en otros tantos lances de nuevo Moy llega con los hierros dónde yo no puedo ( me resistía a desacerme de un minnow) y engancha su tercera pieza de la mañana. Me ha dado una paliza terrible y empiezo a replantearme mucho, demasiado, el uso de algunos hierros que sé funcionan muy bien. De polivalencia va la cosa.
La pleamar termina por echarnos del lugar con una serie de olas que augura la subida de la fuerza que ya pronostican los medios meteorológicos.


Al día siguiente planificamos el día para encontrarnos de nuevo en el mismo veril, y bien temprano ya se encontraba el compañero lanzando, aprovechando la marea vacía que permitía acercarse a la orilla. Yo llego sobre las 8 de la mañana. Al llegar me comenta que no hay señales de vida, y tras varios intentos con minnows y hierros decido colocar un Sammy, con la única intención de entretenerme viendo sus contorneos antes de mudarnos de lugar. Ni siquiera le había cambiado los triples de fábrica. Error.
Una sombra aparece detrás del señuelo y lo saca volando, pero no clava. He avisado a tiempo a Moy, que ve la jugada y como vuelvo a imprimirle velocidad al paseante sin perder la calma. Una carrera de unos 10 metros detrás del señuelo y finalmente un pejerrey se hace con él. Me imagino lo que debe de ser la pesca en superficie en el trópico... y me muero de envidia y ganas por disfrutar de bajones, canales y playas dónde los Gts, Groupers y Snapers se dejan los dientes a flor de agua.
Total, que un pequeño pejerrey de unos 3-4 kl terminó por abrir los triples del señuelo justo en el momento de la varada, cuando la misma ola que lo subió por los riscos decidió devolverlo al líquido marino.

Si con la marea vacía nos habíamos decantado por buscar sierras, pejerreys y bicudas (que por cierto, para mí están desaparecidas desde costa), con la marea llena y la fuerza de mar que había la mejor opción para aprovechar la jornada era tantear en la espuma y optar por el equipo ligero.
Unas cuantas horas más en la orilla al más puro estilo de vadeo, con el agua por encima de la cintura buscando en aquellos lugares que me llamaban la atención. Una pequeña lubina sale a mis pies para hacerse con el señuelo sobre la cresta de la ola.


Una chiquitina que no tardo en reavivar con mucho cuidado y que vuelve a su medio en plena forma.


Al hilo de todo esto: tengo la firme idea de comenzar una especie de trabajo personal basado en el marcaje de las capturas liberadas. Son muchos los pejerreys, sierras, bicudas, medregales... que liberamos a lo largo del año, y me interesa muchísimo conocer ciertos hábitos como sus desplazamientos en áreas determinadas, tiempo de crecimiento... Sé por lo que me he informado y lo que he leído en numerosos artículos que es muy complicado, y lleva mucho tiempo y calma, pero me atrae la idea de conocer mejor el medio que tanto disfruto. Si con ello también ayudo de alguna forma a informar, entender mejor a nuestras presas y respetarlas, ya será estupendo. Lo intentaremos, y veremos que pasa y si es viable.

Dejando atrás la suelta y marcaje, sólo me queda dejar por aquí lo que salió a retratarse conmigo en el último día de lanza y recoge. Uno de esos días en solitario.
No había intención de buena jornada y menos había planificado nada, por lo que sobre las 10 de la mañana pensé que veril podía ofrecerme alguna posibilidad si me aventuraba a acercarme al mar.
Con la marea llenando, y después de avistar un bando de unas 10 lubinas en una ola lejana que jamás pude alcanzar, un sargo ataca un Sasuke y rompe la monotonía que sufro en la espuma con las lubinas.


Primer sargo de este 2011. A decir verdad, ya había hablado con algunos compañeros lo raro que me parecía que en estas fechas y con los rebozos que hay, no entrase ninguno de estos animalitos.


Sobre las 13,00 y con la marea casi llena, y después de dos baños con caña ( dícese de aquellos revolcones leves producidos por las olas que acaban poniendo al pescador literalmente con el agua al cuello dentro de un charco, caña en mano y dentro del agua por supuesto) decido moverme de punta para lanzar en otra dirección. Le doy la oportunidad a uno de esos señuelos olvidados, el Sashimi de Duel que llevaba meses sin salir del estuche y en par de lances me brinda su primera captura de este año. No vuela mucho, y tampoco resiste mucha corriente, pero me encanta el aleteo y los cambios de color que produce según el ángulo de luz.
La culpable de que ya le haya puesto triples nuevos al Sashimi:


Lubina que no llegaba a los 3 kl, pero que como siempre lo ponen difícil cuando entre las piedras la trenza que tratas de no rozar es de sólo 15lb. Una nena que concluyó aquella jornada para dar paso al descanso que a día de hoy prosigue.
Han habido bolos, ratos en los que acercarse al mar ha sido inútil y días en los que hacer kilometros tan sólo han servido para ejercitar los brazos y lanzar hierros, lo único capaz de volar cuando el alisio hace acto de presencia por aquí y te empecinas en querer pescar.
La cosa está rara... un día sube y al día siguiente baja, sin que nadie lo espere. Está semana dicen que baja, no sé si será verdad, pero el amigo Daniel y yo ya estamos tramando para liarsela al Patrón del Greca y reunirnos los tres en uno de esos días en los que hayan sorpresas o no, siempre lo pasamos en grande.
Esperaremos, a ver si esto baja o no baja...

martes, 1 de febrero de 2011

Más Jigging.

No me gusta el invierno.
No soporto el frío y el viento cargado de humedad que llega desde en nor-este, ni el tener que levantarme a las 5 de la mañana para estar en el pesquero en el momento mágico. No me gusta que oscurezca a las 7 de la tarde, ni tener que estar abrigado y forrado hasta el cuello, soy de pantalón corto y cholas (sandalias o playeras en otros lugares). Menos aún me gusta el resfriado que llevo encima désde hace días y el malestar que se incrementa con estas condiciones de temporada invernal.
Hay gente que adora estas fechas, y no pierde tiempo en disfrutarlas. Les gusta la lluvia, el aire fresco y el estar abrigados en casa mientras el agua golpea la ventana. Yo no; prefiero el calor, el agua fresca del mar, y el poder disfrutar de un buen botellín en buena compañía (también se pesca desde una terraza, mirando el mar). Cosas de uno, que este tiempo le tiene asqueado con tanto viento...
Otra cosa: maldito aire acondicionado del hospital...

Jigging sin sorpresas

No, salieron dumerillis. Hubo escama y risas, pero no adrenalina y nervios. Volvemos a nuestra pesca de todos los días : sierras, bicudas y loquillos, que hacen olvidar lo sufrido durante el sube y baja en los 140 metros y ayudan a ver esa pesca matutina de otra forma. No eran el objetivo, pero endulzan la sal, y esto de la pesca selectiva es relativo. Uno trata de serlo, y de practicar una pesca responsable, pero la naturaleza no entiende de formas ni colores, es caprichosa.


Una amanecida más de 2011, otro día en que el despertador suena a las 4,50 de la mañana (después de llegar de trabajar a las 11,30). Otra jornada en la que el estómago parece que se retuerce a esas horas y el frío entumece el cuerpo. Largo camino hasta el varadero, y aún faltando más de una hora para ver el primer rayo de sol, ya estamos los tres con el agua por las rodillas sacando la BWA, "Greca". De nuevo el mismo personal, las mismas cañas.

Media hora antes del amanecer, en total oscuridad ya estábamos los tres bajando hierros en aquellas marcas por la que creíamos que andarían los animales buscando su primer plato del día.
Bajo la penumbra, la sonda marca correctamente movimiento bajo nosotros, y pensamos que pueden estar los malos. Salen bicudas que destrozan los assist, unas 4-5 mientras otras tantas se desanzuelan antes de subir a bordo.

Con los primeros rayos de sol, tengo trancón de los que te hacen bajar la caña, pero no clava correctamente y me deja con mala cara. El Droper de River2Sea hubo tiempo en que era titular, y hoy parece que reclama su puesto. Entre bicudas, este pequeño luchador se atreve con el jig japonés.


Unas cuantas remontadas, y siguen saliendo más bicudas. Ya no sabíamos ni que movimiento hacer, o que jig colocar para que las largas y babosas bicudas no atacaran los hierros. Era tal el disparate, que al poco rato Dani y yo eramos mendigando assist del 0/11 y 0/13. Solemos llevar unos 4-5 assist para cada tamaño de jig, sin acero en el interior. Una opción que no me gusta por lo rígido que deja el cordaje, pero útil en casos como este en el que las bicus se tiran con rabia al jig y destrozan los assist.

Tal era el meneo de dientes allí abajo, que en una de las bajadas noto como sale el hilo a cuenta gotas por mis dedos, pero con fuerza... e intuyo picada durante la bajada del Droper, que todo sea dicho es de lo más sugerente. Cierro pick up, y clavo en seco, pero después de un tímido cabezazo corta el bajo de 100lb y se lleva a mi viejo amigo.
Pachico por su parte, durante una parada que hace a mitad de agua, tiene picada a la Jig wrex 400 que ha traído hoy. Hermosa bicuda de 5kl para el patrón.


Mientras repongo otro Droper y comentamos la ausencia de los deseados carángidos, nos movemos de marca para sondear y buscar nuevos indicios de actividad en el fondo. Ahora era Dani el que daba con los loquillos y ponía en seco otro ejemplar desde los 140 mtrs.


Remontada a la misma marca, y vuelven a salir más bicudas, todas entre 1 y 3 kl. Era tal la abundancia de picadas en algunos momentos por parte de las larguiruchas, que en ocasiones mientras la recuperación, parábamos de recoger para dar la oportunidad de desanzuelarse a los bichos; muchos otros eran directamente liberados en el agua, sin tocar la bañera ni llenarla de "lama".

Evidente era que los dumes no andaban por allí, y optando por descansar un poco, dispuse del Accu para disfrutar de un carrete y una acción de pesca que me encanta. Trabajar con este tipo de carretes, una vez se le tiene pillado el tranquillo, es una gozada.
Pasada la media mañana, otro loquillo decidió subir a ver el capote de nubes que nos acompañaba después de fajarse en los 140 mtrs con un mítico Aile Magnet cs, jigs que perduran en el tiempo y siguen siendo titulares en muchos estuches.


Un loquillo que subió enganchado por debajo de la boca, justo en la agalla, haciendo imposible su suelta. La herida se veía muy seria como para jugársela a devolverlo al agua.
Sin llegar al medio día, ya volvíamos sobre nuestros pasos dirección puerto. Cada parada era una nueva odisea con las bicudas
Estos fueron los resultados de un día de sube y baja en el que intentamos emular lo acontecido en la anterior salida con los del gran antifaz. No estaban ellos, pero si sus familiares más pequeños y peleones. Ahora falta que definitivamente entren las samas a esos veriles de invierno, espáridos que buscamos en comederos habituales que tan sólo nos muestran su ausencia. Espero que aparezcan, gastronómicamente, son una de mis preferencias.