jueves, 22 de septiembre de 2011

Del pequeño al grande.

Subimos por la tarde, sobre las 17:00 más o menos. No queríamos perder mucho tiempo, ya que ayer comenzaba a subir la fuerza del mar y, en este norte en el que nos encontramos, tampoco te puedes confiar. Aún así, con el viento en popa la travesía se hizo placentera, tocando tan sólo dos marcas por al camino.

"Entrenando".

Comenzamos el sube y baja, dando la primera pasada y sintiendo alguna chupadita en ambas cañas, lo que nos hizo pensar en posibles loquillos.
En la segunda pasada vemos pequeños dorados saltando, por lo que decido coger la caña de spinning y no pierdo tiempo en lanzar, pero en varios lances, nada de nada, hasta que oigo como la chicharra del Saltiga Expedition de Dani suena a trancón. Ya conozco ese sonido, sé lo que significa, y en la primera carrera se delata el animal que ha mordido el hierro. Los dumes vuelven a dar la tabarra, y la veterana Lamiglass se apunta otra muesca en su culata.
Unos 10 minutos de trabajo con el animalito, y al barco a sacarse su retratera.
Enhorabuena Daniel !!!

Me encanta esta imagen: el color, el pescador, el enfoque del animal, su morfología...



Dani me está ganando la partida con los Dumes. Lleva dos años en los que varios han sido los que han doblado su Lami; dos años en los que los he sentido, pero no han terminado de hacerme sufrir (sarna con gusto no pica). Aún así, nos hemos jurado y prometido que los próximos dumes irán al agua.
Realmente es muy muy difícil primero localizarlos, luego engañarlos y finalmente ganarles la partida, pero sinceramente, es muy triste no darle una segunda oportunidad a uno de estos verdaderos animales del mar. Y es precisamente esa dificultad, la devoción y lo valorado que lo tenemos deportivamente, lo que nos hace reflexionar desde hace tiempo y pensar en esto. Observar como un rey del jigging canario te mira con esos enormes ojos, y como se apaga su vida, te hace reflexionar con los años.
Además, personalmente los dos pensamos que una imagen soltando uno de estos titanes es un trofeo aún superior que la clásica imagen del pez sobre nuestros brazos. Dicho queda.

Después de las fotos, los vídeos y recolocar el barullo montado en el barco, damos la tercera pasada, y ahora soy yo el que tiene trancón pero maldita sea!!!!, una vez más no clava... rechino, maldigo y me retuerzo por dentro, pero sigo dándole por si acaso.
Pasamos la zona caliente, pero la sonda continúa marcando y ahora son las sierras las que se dejan ver a pocos metros del fondo y, uno agradece la captura, pero es que levantar una sierra desde casi 130 metros, no sabe igual que una serviola dumerilli.



Los medregales ya no se dejaban ver, pero en cada bajada se notaba la actividad que había debajo. Sierras de buen tamaño y alguna bicuda que volvió al agua nos hacían pensar que seguramente algún que otro dumerilli podía andar aún tras ellos, por lo que lo continuamos tratando hasta última hora de la tarde.


Por desgracia, parecía que ya todos los cartuchos se habían gastado, hasta que en una de las últimas bajadas, siento como se frena la trenza, y acto seguido vuelve a salir a mayor velocidad. Tranco freno, doy varios cachetes y clavo al fin con fuerza. Una primera carrera contundente me hace sonreír pensando en que al fin tengo el animal pegado, pero tristemente la cosa cambiaría en cuestión de minutos.


Tras unos minutos y aquella primera carrera, el bicho se estabiliza y comienza a navegar sin prisas, pero sin pausas... asunto malo, ya que siento como se roza con el bajo mientras se retuerze y nos hace pensar en algún tipo de tiburón. Después de un buen rato tratando de levantarlo unos metros sin éxito, aprieto freno para forzar un póco, y termina cortando el bajo de 100lb. Se ha llevado mi penúltimo Deepdog, por lo que el último ya lo guardo como oro en paño.

Después de aquel bicho malo, y con la tarde ya muy avanzada sobre nosotros pusimos rumbo a puerto comentando como son las cosas, y como de caprichosa es la pesca. Puedes pegarte días, semanas "arrastrándote" por pesqueros, mendigando a loquillos, sierras y bicudas caprichosas, y otros días en apenas 2 horas puedes tener más diversión, dolor de brazos y satisfacción que en todo un mes. Así es esto, y realmente es una razón que incide en la pasión que sentimos por esta modalidad. Vamos, que lo pasamos bien.

Llegan al fin las bonanzas, y con ellas muchas horas seguramente cerca del mar...

martes, 20 de septiembre de 2011

Cuidado pequeñín.

Por aquí el tiempo está tremendamente cambiante. Desde hace días sólo veo olas y viento, con tímidos momentos en los que afloja el alisio. Hoy al fin, me he llevado una sorpresa.

Por la tarde me ha tocado moverme, ya que por mi zona era casi imposible acercarse, y he optado por hacer unos kilómetros en coche y caminar un poco.
Después de patear toda la zona tocando puntas con el Bujinu en busca de algo de vida, llego a una pequeña cala de arena y piedra, con una ola que, aunque algo lejana, rompe sugerentemente frente a mí.
La recorro de púnta a púnta lanzando, pero me encuentro con un pequeño problema: el fondo está lleno de seba (algas), e incluso en la zona se respira el olor putrefacto de los vegetales marinos.
Como es imposible hacer trabajar cualquier señuelo hundido, me entrego totalmente a los paseantes, en concreto a un Pro Q plata con cabeza blanca que me encanta.

Durante la primera media hora no ocurre nada, todo monotonía. La marea ya hace rato que viene subiendo, y con ella comienzan las carreras y pequeños estallidos de lo que parecen pequeños pejerreis.
Unos tres ataque tuve hasta que este pequeñín, el pejerrei más enano que había presenciado en mi vida, se hace con el señuelo.


Pobrecillo, no media mucho más que el propio señuelo que lo atrapó. Tras él, otro minirey se atrevió a hincarle sus diminutos dientitos al plástico, y ambos fueron recuperados con calma y cariño, para ser devueltos al agua.

El resto fue dar unos cuantos lances más con los últimos rayos de sol, y disfrutar del atardecer sentado en una piedra, evadiendome por unos impagables minutos.
De vuelta al coche y ya casi a oscuras, me he encontrado con unos pescadores de sufcasting, muy bien acomodados con sus sillas, neveras y toda la parafernalia. Me preguntan que tal ha ido, y yo les comento. Ellos por su parte me informan y enseñan unos cuantos sargos de muy buen ver. Me marcho pensando en que con la pleamar, harán buena pesca.


Mañana subimos a La Graciosa a buscar el barco. Volveremos pescando, y tratando de pillar algo. La idea, como siempre, lanzar lo que nos deje y bajar lo que podamos. Reportaremos. 
Un saludo.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Saliendo del bache.

Spinning de temporal.

Hace unos días Dani estuvo por la Octava, dando varazos mientras yo trabajaba y él aprovechaba lo que le quedaba de las vacaciones. El tiempo nos traicionó a los dos, que pensábamos disfrutar de días de calma y lo que nos encontramos cada mañana no fue más que viento de cara y fuertes golpes de mar. Es lo que tiene el relieve de esta isla. Sin embargo, varios ataques al Pro Q y al Aile terminaron por levantar algunos animalitos para el compañero.


Este pejerrei salió volando por los aires mientras se clavaba el magnífico paseante de Seaspin, y antes otros tantos también mostraron interés sin llegar a tomar el señuelo correctamente. Al Aile le tocó otro "saltator" que con toda la suerte del mundo fue devuelto al agua.
Para terminar el día tuvo la suerte de dar con un grupo de lubinas que no dudó en subir para incarle el labio a un trozo de plástico que zigzaguea y recorta como el mismísimo Messi.


Decir que por mi parte aquí en Lanzarote, ese día tan sólo me acerqué a por lubinas y después de patear seriamente el veril, me volví como llegué..

Al día siguiente, antes de entrar a trabajar los dos, decidimos acercarnos a territorio de dorados, para hacer nuestras primeras incursiones de temporada con estos fantásticos animales. Han habido según nos comentan algunos amigos avistamientos (y matanzas indiscriminadas) de ejemplares pequeños, y Dani ya hace unos días logró hacerse con dos désde barco, pequeñines que volvieron al agua. Nosotros queremos los grandes, y los pequeños prefiero que ni aparezcan para no destrozarlos con los triples.
Con un viento lateral terrible, la mañana transcurre desde primera hora tranquila, sin ataques ni señales de vida. Ya sobre las 11 un ataque al Bujinu, y una carrera que termina en desanzuelado me altera el ritmo cardiaco. Dani también ha sentido algo y nos olemos la jugada de las sierras apáticas que patrullan el veril.
Llevo la Ilicium Team con el 2500 y sus 15lb, ideal para llegar dónde no puedo con el 30lb y la Kenai. Equipo ligero, pero sobradamente potente como para pelear sin miedo si el escenario lo permite.
Unos minutos más tarde ya me encontraba aflojando freno.


La pelea duró unos 10-15 minutos, y el animalito paso de pejerrei entradito a sierra robada, pasando en algún momento por negrita. La clave de tanto desacuerdo fue que el escamudo vino clavado por el lomo, facilitando sus fugas. Lo pasé como un enano con esta sierra simplona.


Unos cuantos lances más, y a recoger los bártulos que ahora tocaba fichar a las 13:00. De los dorados ese día, ni rastro.

Lances de barco.

Nos estamos aficionando a combinar las salidas en barco. Tocar piedras con hierros es una pasión que nunca cambiará, pero cierto es que esta luna no nos ha ayudado mucho, y que la cosa ya no es como antes. Una buena solución que hemos encontrado es la de hacer spinning costero y en marcas someras dónde sabemos que hay animalitos de paso. Hay días mejores y peores, pero lo cierto es que disfrutamos y siempre hay algo interesante que contar.

Antes de ayer tocó salida en el Oriolano. La actividad era alta (supuestamente), pero con el mar totalmente en calma y el sol en lo alto se presagiaba lo peor.
Del jigging, nada que decir: un desastre sin llegar a sentir una misera picada. Ante el aburrimiento que se apoderaba de nuestra moral, decidimos poner rumbo a tierra para tocar bajas de sierras, bicudas y pejerreis. Tenemos la esperanza de ver a los dorados y echarnos unas risas.
Durante dos horas disfrutamos de unas 5-6 carreras, toques y ataques de pejerreis bastante apáticos, pero una vez más no hubo suerte con ellos.
Tan sólo las bicus se dignaron a aparecer y clavar como dios manda, una para mí y otra para Dani.



La de Dani fue una preciosa bicuda, de unos 6 kl que engullo el señuelo hasta dentro. Una pena igualmente que estas ya sólo se vean raramente.


La apatía de los carángidos en superficie era evidente, pero nos empecinamos en continuar tentando la capa superior. Y a última hora hubo suerte a medias, con un pejerrei enorme que atacó al Pro Q a tres metros del barco, dejando ver parte de la cabeza y el lomo, estallando en el agua y perdiéndose con una severa y potente carrera. Menos de 10 kl no podía tener aquel magnífico ejemplar, que supo aprovechar el poco fondo en el que nos encontrábamos y el tiempo que transcurrió mientras duró la pelea para finalmente deshacerse de los triples. Una pena el desenlace, que dejó a Dani con el evidente cabreo ya que esos animales ya son muy raro verlos, cuanto más engañarlos.

La Graciosa.

Ayer estuvimos de nuevo, con la idea de pescar durante todo el día y volvernos por la tarde.
Durante el trayecto, aprovechamos para hacer un poquito de jigging en busca de algún bicho que sacie el hambre de peleas en el fondo que arrastro ultimamente. Sale una sierra solitaria y ante la inactividad, tentamos la superficie con algo de spinning. Tengo dos trancones que no se concretan, tratándose de dorados pequeñitos que corren tras los señuelos pero muestran poca agresividad. Al poco rato, Dani tiene trancón y por la pelea pensamos que puede tratarse de algún tunido.


Finalmente fue un listado el que atrapó el señuelo y planteó una pelea bastante entretenida. Se esta viendo a menudo a estos animalitos, cosa que hasta ahora para este que escribe era inhabitual por las fechas en las que nos encontramos.


Una vez en La Graciosa, rápidamente cogimos los bártulos y pusimos rumbo a veriles que conocemos bien, con la idea de pasar el día caminando y tocando piedras.
En los primeros lances ambos tuvimos ataques en la espuma, pero no fue hasta varias horas más tarde al llegar a una zona de poco fondo, con mucha espuma y barrancos que atravesaban toda la zona cuando tuvimos algo de suerte. Un escenario perfecto para pejerreis y lubinas.
Esta preciosa señora, de unos tres kl no dudó en atacar el Bujinu.



Tras muchos más lances en la espuma sin ver nada, observamos como dos entrantes se sitúan a nuestra derecha, y no dudamos en movernos y probar. Me sitúo en una piedra a poca altura, con una plataforma frente a mí de unos 30 metros que se sumerge a un metro para luego caer al abismo.
En una de las recogidas tengo pegada, y después de trabajar más de 10 minutos con un pejerrei de unos 8 kl (lo tuve frente a mí, practicamente varado), y superar varias piedras, justo a pocos metros de la orilla sucede lo peor: se tranca la bobina del Twin Power, el eje no gira y la manivela no va. Tengo frente a mí al animalito, lo puedo ver dando coletazos en 1 metro de agua pero no puedo recoger. La única opción fue tirar de él, y en el último momento, en el último instante, se ganó la libertad al abrirse una de las anillas que va con los triples, llevándose el pircing. Me quería morir; lo tuve frente a mí, después de tanto correr y sortear obstáculos.
El resto de lances fueron sin ganas, sin ilusión ni confianza. Pusimos rumbo de vuelta al pueblo.

Para rematar el día, terminamos con algunas bajadas más a lo profundo, decepcionantes intentos que una vez más dejaron algún que otro ataque fallido. De nuevo, solamente las bicudas aparecieron para clavar correctamente.

Así han sido las últimas jornadas de pesca, entretenidas pero con muchas perdidas. Espero que la cosa vaya mejorando poco a poco.

Pd: Aún tengo pendiente informar sobre el asunto que prometí anteriormente(es un lio...).
Saludos.