martes, 27 de diciembre de 2011

Abriendo la temporada.

Empieza el nuevo año.

Me encanta la navidad. Y no lo digo porque me gusten estas fechas en las que una tradición se ha convertido en una excusa oportunista para desarrollar una estrategia consumista arrolladora. No. 

La Navidad me gusta porque es en estos dos meses (Diciembre-Enero) cuando más cómodo me encuentro pescando. Hay que levantarse temprano, hace frío... pero también hay bonanzas, y calor... Me gusta el verme abrigado al amanecer y mojarme, para luego disfrutar de cálidos rayos de sol durante toda la mañana. El agua está fría, pero en la piedra se está de escandalo lanzando. Por si fuese poco, son fechas en las que de nuevo me veo tras sargos, lubinas y pejerreis durante la mayor parte de mis jornadas de pesca. Es una época difícil, ya que pese a que el agua ha enfriado y la actividad de algunos animales a aumentado, hay que ponerle voluntad. Para mí, comienza mi nueva temporada.
Están siendo semanas en las que los cálidos vientos del E se alternan con los siempre incómodos y agraciados alisios. Igualmente, el mar engaña y cuando piensas que disfrutarás de una mañana totalmente en calma, ves como una serie de olas pasa por encima del veril dónde pensabas pescar, borrándote toda idea hecha hasta el momento sobre esto en tu cabeza. Sólo me he acercado a pescar en unas cuantas ocasiones, buscando momentos y probando señuelos diferentes en nuevos escenarios, a ver que pasaba. Probando probando...  

Mommotti Days.

Como decía antes, durante unos cuantos días he aprovechado para ir probando, y buscando nuevas posibilidades, ya que entiendo que cada condición nueva que se da en el veril, es una nueva oportunidad para probar algo nuevo, o hacer las cosas de siempre de "una forma diferente". Los dos primeros días, buscando en la espuma a los animalitos de invierno solamente pude llegar a ver varias lubinas tras los señuelos: pequeñas y recelosas que seguían los Mommotti 140 y Saltigas hasta la orilla sin llegar a atacar. Dos bolos que me hicieron descansar unos días mientras el tiempo aflojaba.
Ayer por la tarde, con apenas una hora restante de sol, volví a otra zona diferente, aprovechando la marea vacía. Nada más llegar, buscando distancia de lance con un Mommotti 190, entró por fin este pejerrei en zona profunda:


Unas fotos, y al agua, pero esta vez sin retratar la suelta ya que por póco pongo en remojo la Nikon, y a partir de ahora solamente la usaré con total garantia para su integridad, o sea dónde el agua no esté a menos de 20 mtrs. Habrá que ir tirando con la cámara acuática, y esta no siempre ofrece la misma calidad y posibilidad de fotos en secuencia como la Nikon.
Después de un rato insistiendo en la zona, decidí moverme para probar este cacharro de Seaspin en la espuma y con poco fondo, lugares dónde todavía no le había dado mucha vida (los 120 y 140 con el equipo light suelen ser mi elección). Al poco de estar lanzando, tengo picada pero se suelta. Vuelvo a lanzar, y esta vez si clava, logrando sacar el primer sargo de mi temporada invernal.


Sinceramente, estaba muy contento de por un lado haber logrado hacerme con un sargo, y por otro lado conseguir hacer funcionar el modelo 190 de Mommotti, al cuál no terminaba de cogerle el tranquillo. Es muy técnico, y necesita la dosis necesaria de movimiento y compás para hacerlo funcionar. No era posible que muchos me hablaran maravillas de él, y yo aquí no hubiese logrado encandilarme en este larguirucho. Por fin le he encontrado el movimiento ideal, y me está demostrando en estos días lo eficaz que puede llegar a ser en algunos momentos. Ya a última hora, de nuevo en zona profunda tras ese pejerrei que suele entrar con la caída del sol, ha sido esta bicuda la que ha entrado al Mommotti, demostrándome su total versatilidad y capacidad de engaño.


La de ayer fue una tarde preciosa, encantadora: me mojé hasta las orejas, pero disfruté de un atardecer perfecto, cálido y una triada de presas diferente a las que había logrado hasta ahora. Siempre es gratificante lograr tres especies diferentes en una misma jornada, pero haberlo hecho con el señuelo que fue, me hace sentir el doble de satisfacción. Terminé la tarde acostado sobre una piedra, mirando el mar y como las gaviotas volvían a tierra firme después del día de trabajo, disfrutando de un atardecer que por momentos me hacía olvidar problemas, e inquietudes.


Entre sargos y lubinas

Hoy me he levantado tranquilo, sin prisas. Vamos, como casi siempre para ir a pescar. A no ser que el pesquero que quiero tocar requiera una marea concreta, soy de los que en cada momento del día encuentra un lugar para lanzar, y buscar diferentes presas. Claro que como en todo, te puedes equivocar, y hoy me he equivocado. Después de dar varias vueltas con el coche, me he encontrado con diferentes problemas en cada veril que visitaba: en uno había demasiada fuerza, en otro no había ola suficiente, en otro la marea estaba muy vacía... finalmente, he tenido que improvisar, buscando algún lugar que me llamara la atención. He terminado sobre una piedra a dos metros del agua (tuve que correr muchas veces para no llevarme un golpe, y a pesar de ello a los cinco minutos ya tenía hasta la ropa interior empapada de agua, pese a contar con traje de agua), lanzando tras una ola que rompía sobre una baja plana de marisco en apenas tres metros de fondo.La mañana ha terminado siendo tan intensa como la tarde de ayer.

En el tercer lance, una lubina preciosa a volado por los aires con el Pro Q en la boca, pero en la primera arrancada se ha soltado, dejandome hablando sólo de los nervios. Es increíble con que poco se le salta la adrenalina a uno. En el siguiente lance, justo cuando el paseante cabalgaba una ola, he visto como otra loba surcaba la onda, atacando en la pared de la ola sin llegar a clavar. Una pena ya que después de esto ya no las he vuelto a ver más. En la siguiente media hora trabajando la superficie no he divisado nada de vida cerca, más que una tremenda pajarera a una milla más o menos, seguramente formada por sierras, gaviotas y pardelas dando candela a la carnada. Ahora lanzo con el Mommotti 190, y al primer lance siento como algo frena la muestra suavemente, cabecea y se suelta. Así unas tres veces, hasta que termina saliendo otro sargo parecido al del día anterior.


Realmente he quedado muy sorprendido de haber capturado otro ejemplar. Unos cuantos lances más, y seguían sucediendose las clavadas, entre muchos ejemplares que no terminaban de clavar correctamente.



Realmente cada vez estoy más asombrado de la voracidad de estos animalitos, que con la Ilicium Start y 15lb en un carrete 2500 te lo hacen pasar muy bien. Lo curioso es que hasta ahora pensaba que atacaban por territorialidad. Hoy me ha sorprendido verlos persiguiendo las muestras durante muchos metros hasta la orilla, cuál pejerrey acechando que termina por atacar justo bajo el cantíl. Y no fue uno, ni dos ni tres... fueron muchos los ataques, y sinceramente he terminado la mañana muy contento. Para finalizar, y ya con la marea subiendo, he probado tras las lubinas y pejerreis en otro veril, pero la falta de ola y espuma, junto con el cansancio han declinado la balanza por partir hacía el hogar al poco de estar lanzando, muy contento con unos sargos que mañana mismo serán servidos con papas arrugadas y mojo.

Por cierto, mañana como no y para aprovechar esta ventanita de buen tiempo, pienso volver a la misma zona, a ver si por fin levanto mi primera lubina de esta nueva temporada, y compruebo si los sargos siguen por ahí, igual de agresivos. Mañana les cuento.

Por cierto, Felices Fiestas. Espero que todos pasen estas fechas con la familia y seres queridos. Y por supuesto, que el 1012 sea algo mejor que este año que termina: trabajo, salud, y ayuda para las personas que en el mundo la necesitan. Saludos.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Terminando el año con buén pié.

Si ahora mismo terminase el año, seguramente estaría de lo más satisfecho en cuanto a pesca se refiere. Y en realidad, pase lo que pase en este sentido estaré de lo más contento, ya que este ha vuelto a ser un año con novedades, sorpresas y alegrías cerca del mar, entre molestos alisios y suaves calimas.

Aún queda un mes por delante para terminar el año, pero para mí ya practicamente ha terminado mi "temporada"... ahora me queda ir pensando en los sargos y lubinas, bichitos a los que he dejado algo de lado en los últimos tiempos. Hemos pasado los últimos meses liados con el spinning otoñal, el Rubicón Fishing... y ahora volvemos a la calma, a lo habitual. Vamos a contar lo que, en silencio, hemos hecho en nuestras últimas semanas.

Doradomanía, por fin se han marchado.

Durante el último mes y medio más o menos, hemos compaginado las salidas habituales de jigging y spinning, con duras jornadas lanzando y moviendo cacharros de superficie: Popers, paseantes, Robert Lures, skipping Lures... para seguir con jigs y minnows. Todo valía con tal de atraer, y luego clavar ese animal que tan de moda se ha puesto en estos dos últimos años por Canarias: el dorado.

Preciosos estos animales cuando se ven cerca de las piedras, o en plena actividad.

Este año ha sido más frío que el anterior, eso para empezar. Y esa es una idea mía contrastada (lo de la temperatura digo) y compartida por muchos otros que formamos un grupo que en definitiva no tiene ni idea. Y creo que no tenemos ni idea ya que no somos biólogos, ni expertos pescadores con años de experiencia tras la caza de estos bellos animales. No tenemos ni idea... y pensábamos que este iba a ser como el año pasado. Motivados por lo que había pasado, y creyendo que durante este otoño podríamos disfrutar de nuevo de ellos, hemos pasado semanas buscándolos, caminando y lanzando sin parar durante horas, esperando a que se acercasen a la costa o pasasen rondando el veril. Sabíamos que andaban cerca, ya que las capturas precedidas días atrás nos hacían pensar en ello, pero también eramos conscientes de que teníamos que trabajárnoslo, y no esperar a que alguien tocara la campana.
Y llegaron:

Con tal actividad, recuerdo que el Bujinu tocó agua, y en dos vueltas de manivela ya estaba viéndolo volar por los aires.

Pasamos semanas buscándolos, y al fin los encontramos. Recuerdo que el primer día, uno entró a un Pro Q, y después de más de 15 minutos peleando al borde del canto del veril, el animal aprovechó un saliente para partir y dejarme con muy mala cara. Tras el salió este precioso dorado, que venía fatalmente clavado por el cachete y plantó una pelea bastante dura.


Fue la primera pasada seria, y en ella quedamos clavados varios pescadores (afortunadamente, todos somos amigos y hemos pasado buenos días).
Era una locura muy gratificante el volver a recordar momentos de tensión, adrenalina...

También el Pro Q ha sufrido serios ataques, y capturas muy respetables.


Tras la lógica actividad, los nervios, la alegría, las fotos... volvió la ausencia de actividad, y de nuevo llegó el trabajo de brazos lanzando lo más lejos posible. Unas horas más tarde, volvían a dejarse ver, y de nuevo varios pescadores, quedamos peleando con ellos, pero sólo algunos conseguían tener la suerte de alojar correctamente los triples.




Aquél día casi todos conseguimos nuestra captura, y marchamos muy contentos tras haber comprobado que realmente ya se estaban poniendo a tiro de caña, cerca de las piedras que pisamos.

Tras esta jornada, llagaron más días, y más amigos, conocidos... y tuvimos que hacer hueco, y lanzar mucho más durante muchas más horas. Y siguieron los buenos resultados, pero durante ventanas reducidas, días sueltos en los que esos bellos animalitos decidian acercarse al veril. Fueron pocos días de plena actividad, pero los que hubo nos lo hicieron pasar en grande.


Si de algo me alegro, además de saber que casi todos hemos disfrutado de sus locas carreras, saltos y los buenos recuerdos a modo de foto, es el saber que muchos de estos animales se han salvado, al haber descendido su actividad, su número, y sobre todo la cantidad de días en los que se acercaron por los puestos en los los que los decidimos buscar. Durante diferentes días que los disfrutamos, el tope de capturas por pescador fue de 3 dorados en total, una notable diferencia con respecto al año pasado, en el que sinceramente creo que estos animales salieron bastante resentidos de nuestras islas, cuanto menos de esta por la que nos movemos.



Sinceramente, ha sido un placer el volverlos a tener por aquí, y poder disfrutarlos. Como hemos hablado en numerosas ocasiones, es una experiencia tropical, al alcance de nuestras manos, ya que hemos llegado a pelear animales sobre los 12 kl (machos y hembras que no lo pusieron fácil en el cantil), con 20lb en carretes 40000, y cañas de acción 20-50 en su mayoría. En anteriores años se habían visto, pero repito que jamás en estos tamaños, y con tal semejante actividad al alcance de nuestros ojos. Pero gracias a dios que se han marchado... se terminaron los madrugones, las concentraciones, los lances sin dirección, locos y disparatados a tu espalda mientras luchabas tu presa. Se acabó la locura, las horas interminables trabajando la superficie. Terminó la dedicación única y exclusiva a estos animales, que espero estén ya muy lejos. Han sido unas semanas que volverán a quedar para el recuerdo.

Después de la resaca.

Y me refiero con la resaca, a ese periodo de par de días que siempre hemos necesitado después del Rubicón Fishing para recuperarnos y volver a la realidad. Necesitabamos recuperarnos debido al lógico esfuerzo, y volver a la realidad debido a que durante esos tres días, desconectas de muchos problemas y jaquecas que normalmente te agobian. Y volvimos al mundo real justo cuando el tiempo amainaba, y parecía que alguna ventana se abría para ofrecernos la oportunidad de buscar por última vez a los dorados. Las noticias de algunos amigos, y una ligera intuición nos decía que ya estarían rumbo a aguas más cálidas. Nuestro último día de spinning se comenzó desde bien temprano, lanzando con la esperanza de que al menos la última pareja otoñal se dejara ver, y nosotros jugásemos a la lotería para probar a que señuelo le iban a hincar el diente. Durante varias horas estuvimos lanzando, sobre todo cacharros de superficie, y algún minnow. Reinaban los popers y paseantes en un día perfecto para que se dejasen ver. Sin embargo, nuestro objetivo principal no apareció durante todo el día, pero si lo hicieron las sierras después de horas lanzando. Una de ellas decidió atacar mi inseparable Pro Q después de una preciosa carrera tras el señuelo:


No planteó siquiera la clásica batalla de las sierras, pero al menos nos subió la moral durante unos minutos; tras ellas venían otras sierras y jureles que pretendían arrebatarle el señuelo, y pejerreis que querían arrebatarle la vida. Y claro, en medio de la sorprendente actividad, Dani lanzó a dos metros de dónde mi línea se perdía en el agua, y logró clavar uno de los pejerreis. Fue un bonito doblete.


Tras la rápida sesión de fotos, la sierra se quedó al fresco para acompañarme a casa a comer, y el pejerrei fue devuelto al agua. Espero que como siempre, tenga suerte y se recupere para seguir dando caña en el veril, acosando y cazando. La suelta de Dani :




Y de nuevo volvió la soledad, las horas lanzando sin ver un sólo movimiento, un sólo ataque. Aburría aquello, y cada vez nos autoconvenciamos más de que aquella falta de actividad no era normal. Entre lances y más lances, Dani volvía a quedar clavado, de nuevo con otra sierra que volvió a sentir los dientes de los pejerreis que no dejaban de perseguirla mientras tratábamos de ponerla en seco. Curioso: no se veía ni la sombra de uno de estos carángidos tras las muestras, pero si aparecían cada vez que enganchábamos una presa que a ellos les parecía apetitosa... apatía, o predilección en ese momento por otra cosa que no fuese de plástico o hierro?


Y que más les voy a contar... Esto ha sido lo que han dado nuestras últimas salidas, antes y después del Rubicón Fishing. Han sido días como he dicho antes muy entretenidos, de nervios, adrenalina, sudores, gritos, tristezas, alegrías... un sin fin de sensaciones. También ha sido un placer haber compartido veril con amigos y compañeros de pesca con los que siempre hay risas de por medio.
Lo dicho, ahora volvemos a esas pescas de finales de otoño-invierno, con el frío tras las orejas y los calcetines mojados, tras sargos y lubinas. Volvemos a la rutina, con la suerte de que en breve tengo aquí de nuevo a los chicos de Seaspin, con el amigo Stefano preparado para volver a mojar señuelos. Espero poder pasar con ellos, y con el amigo Paolo algún ratito riéndonos cerca de la orilla. La última vez se fueron contentos pese a que las condiciones no fueron nada buenas, y esta vez ojalá todo vaya mucho mejor.
Como siempre, les cuento a la vuelta.

Pd: En nombre de la tripulación de la embarcación "Greca" (Francisco Lemes, Daniel Guerra y FemésElvira), les damos las gracias por las muestras de cariño y felicitaciones que hemos recibido por teléfono, foros, blog, correo... De verdad que se lo agradecemos de todo corazón.